En Europa occidental irrumpió, a finales del Neolítico, la cultura megalítica que, por vía
marítima, se extendió por la fachada Atlántica, desde el Neolítico avanzado hasta la Edad del Bronce.
Recibe este nombre porque produce “megalitos”, que son monumentos formados por piedras
grandes labradas, que se encuentran erguidas, en solitario (menhir), o combinadas para formar
estructuras (dolmen –cámaras‐ y cromlech –alineamientos‐). Se levantaron con fines religiosos,
funerarios o conmemorativos de sucesos destacados. Los tres focos fundamentales de la cultura
megalítica son Bretaña, el sur de Inglaterra e Irlanda y el sur de España y Portugal.
Stonehenge (Imagen CC) |
El cromlech de Stonehenge, en Inglaterra, es sin duda el monumento megalítico más conocido, sin embargo en la Península Ibérica contamos con muchos de estos monumentos, no tan conocidos pero igual de impresionantes. Toda Galicia, Portugal, Andalucía y Cataluña están llenas de megalitos.
Dolmen os Axeitos (Imagen CC) |
Dentro del tipo Dolmen podemos distinguir entre:
-Dolmen simple, como el de la imagen inferior. Que formaría una pequeña cámara con una gran losa a modo de techado.
-Dolmen de corredor, que añadiría un corredor compuesto por grandes losas que desembocaría en la cámara techada.
-Sepulcros de galería, donde la cámara funeraria no se distingue del corredor.
Debido al número de monumentos conservados en la península, podríamos hablar de un tipo de enterramiento seleccionado. No todo el mundo tendría acceso a este tipo de tumbas, como ya han demostrado los ajuares de los individuos en ellos enterrados. Estaríamos hablando pues, de un símbolo de poder político y económico, que busca la visibilización y legitimación de ese poder a partir de la construcción de estas grandes estructuras, imperecederas y tan visibles.
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